La variedad de piensos para perros disponible en el mercado permite cubrir con amplitud sus diferentes necesidades nutricionales, entre ellas, las de los canes que padecen patologías del corazón. Las marcas comerciales de alta gama elaboran piensos específicos para los perros con cardiopatías que tienen un bajo contenido en sal y un extra de taurina y carnitina, proteínas de origen animal que protegen el corazón, así como antioxidantes o ácidos grasos omega 3 y vitaminas del grupo B.
Las recetas caseras con supervisión veterinaria también pueden ser una opción para alimentar a un can con problemas de corazón. No obstante, esta alternativa exige por parte de los dueños esfuerzo y constancia para ajustarse a los ingredientes y cantidades adecuadas que determine el veterinario. Este tipo de dieta se puede aplicar en los casos de perros que se muestran inapetentes frente al plato de comida.
La dieta de un perro con problemas de corazón debe ser personalizada, porque cada caso es distinto y necesita de unas pautas nutricionales que se ajusten a sus necesidades. De esta forma, un perro con patología cardiaca que tiene sobrepeso precisa una dieta baja en calorías. En el caso contrario, se encontraría que padece pérdida de peso crónica (caquexia), que se caracteriza, además, por la atrofia muscular, fatiga y debilidad. En este caso, el animal necesita una dieta con alto contenido en calorías.
El sobrepeso es un problema de salud que agrava los problemas cardiacos del perro y que, incluso, los puede desencadenar. Para evitar los kilos de más, la alimentación es un aliado fundamental: las raciones adecuadas y un pienso de buena calidad, que puede ser bajo en calorías, son la base para evitar el sobrepeso que afecta a la salud cardiaca.
Los canes que padecen afecciones cardiacas también pueden perder el apetito, tanto por la medicación como por las molestias derivadas de su enfermedad. Esta inapetencia se puede combatir con alimentos jugosos como el de las latas, que resultan más atractivos para el paladar del perro, pero siempre bajo la supervisión de un veterinario.
Reconocer a tiempo la afección cardiaca del can es la mejor forma de tratarle de manera temprana, para evitar secuelas que deterioren aún más la salud de su corazón. Síntomas como fatiga, decaimiento, tos nocturna, dificultades respiratorias o hinchazón del abdomen son señales para acudir cuanto antes al veterinario.
La edad es un factor de riesgo habitual para que desarrollen afecciones cardiacas. En general, todos los perros mayores acaban por tener insuficiencia cardiaca. “El 85% de los mayores la padecen”, cifra Juan Antonio Aguado, veterinario.
Una vez que el animal tiene un diagnóstico veterinario con respecto a su afección cardiaca, lo normal es que el especialista le aplique un tratamiento, como pueden ser los vasodilatadores o diuréticos. Conviene seguir a rajatabla la administración de estos medicamentos, así como las pautas que indique el veterinario.
“Las revisiones periódicas del perro con problemas de corazón son claves, sobre todo hasta que se consigue ajustar el tratamiento que mantenga al animal estable”, matiza Aguado. “Un can que padece una cardiopatía y tiene un tratamiento adecuado aumenta de manera considerable tanto su esperanza como su calidad de vida”, asegura María Victoria Acha, veterinaria.
El hecho de que un perro tenga el corazón enfermo no implica que necesite una vida sedentaria. Todo lo contrario. En estos casos, el ejercicio moderado es una baza para mantener el corazón canino en forma.
No obstante, “el perro que padece del corazón debe realizar una cantidad de actividad física acorde a su capacidad”, explica Aguado. Así que si el can se muestra cansado durante el paseo, conviene regresar a casa para que repose, y no insistir en que continúe con la actividad física.
Artículo de Carolina Pineda