La epilepsia en perros es una enfermedad de carácter hereditario, más común en determinadas razas: Pastor Alemán, San Bernardo, Setter, Beagle, Caniche, algunos Dachshund y Basset Hound. El primer ataque epiléptico se manifiesta a menudo en perros con edades comprendidas entre los seis meses y los cinco años y, aunque se diagnostica por descarte de otras causas, se debe aprender a actuar ante un ataque de epilepsia en el perro. Hay cinco pautas clave para actuar: conservar la calma, tumbar al perro, no intentar sacarle la lengua, dejar que se recupere y seguir el tratamiento recomendado por el veterinario. La epilepsia no implica la muerte, pero puede suponer un accidente grave para el can.
La denominada epilepsia idiopática o esencial en perros es una enfermedad cerebral caracterizada por una sintomatología similar a la manifestada en personas que sufren esta patología. Cuando comienza un ataque, de modo aleatorio e imprevisible, se produce una descarga de energía en el cerebro que provoca en el perro movimientos de pedaleo en las extremidades, salivación abundante, micción o defecación sin control y pérdida del conocimiento. ¿Cómo actuar en este caso?
Los ataques epilépticos pueden ser de mayor o menor intensidad. Ciertas señales en el comportamiento del perro pueden anticipar a los dueños que sufrirá un ataque. «El hecho de que el perro se muestre más nervioso e inquieto de lo habitual suele ser un aviso de que el animal va a empezar a tener convulsiones», explica Juan Antonio Aguado, veterinario y profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Si los dueños se anticipan al ataque, pueden poner en práctica unos primeros auxilios, como colocar al perro en un lugar donde no haya peligro de que se golpee la cabeza o corra riesgo de caídas desde cierta altura. También es recomendable tumbar al perro sobre una superficie blanda (cojines o una colchoneta), pero siempre en el suelo para evitar, de nuevo, que se caiga. Esto podría ocurrir si se coloca al perro en el sofá.
Los ataques epilépticos duran menos de uno o dos minutos, aunque para los dueños que sufren la situación puede parecer una eternidad. Una vez que finaliza el ataque, el perro queda desorientado y cansado. Juan Antonio Aguado recomienda a los dueños «tranquilidad». «La epilepsia no mata, aunque resulta muy aparatosa y angustiosa para los dueños del animal. Los ataques no tienen efectos secundarios en el perro, a menos que se golpee o se muerda la lengua», afirma el veterinario.
La epilepsia idiopática en perros es incurable y es muy probable que requiera un tratamiento durante toda la vida
Esta enfermedad no se puede detectar a través de análisis o radiografías y, en general, no necesita tratamiento de urgencia, salvo que los ataques se repitan cada poco tiempo, algo que puede ser muy peligroso para el perro.
La epilepsia idiopática es incurable y es casi seguro que el perro requerirá un tratamiento durante toda la vida. El animal no sufre durante el ataque, que rara vez provoca la muerte. En los casos en que la epilepsia está causada por un tumor cerebral o por una isquemia (disminución del aporte sanguíneo arterial), se puede operar al animal. Cuando los ataques son muy frecuentes, se aplica un tratamiento a base de barbitúricos. «Pero solo se utiliza cuando es estrictamente necesario, porque este tratamiento sí tiene efectos secundarios», advierte Juan Antonio Aguado.
Ciertos perros detectan ataques epilépticos en personas antes de que ocurran. Esta capacidad no la tienen todos los canes, solo algunos, que pueden captar las feromonas o partículas olorosas que desprende una persona antes de sufrir un ataque. Los perros son capaces de reconocer un determinado olor corporal, sin importar la zona del cuerpo de donde procede.
Algunos perros se entrenan para avisar a sus dueños epilépticos de que van a sufrir un ataque. De esta manera, poco antes de que ocurra, el perro ladra o da vueltas alrededor de sí mismo para avisar de que el ataque comenzará. Gracias a la ayuda de estos perros, sus dueños pueden colocarse en un lugar seguro para evitar caídas o avisar a alguna persona para que les ayude.
Artículo por Carolina Pinedo