La leishmaniosis es una grave enfermedad producida por un parásito, que se transmite a través de la picadura de un mosquito, el flebotomo. Requiere un tratamiento paliativo y no curativo. Y una vez que se contrae, hay que hacer controles periódicos, porque se pueden producir posibles rebrotes tras recibir el tratamiento.
La leishmaniosis es una enfermedad crónica e incurable, que el perro no transmite a las personas ni a otros animales. Sólo puede existir riesgo de contagio cuando la persona tiene las defensas muy bajas, como en el caso de padecer tuberculosis o sida. Existe una vacuna contra esta grave enfermedad, que ayuda a proteger a los perros contra de sus devastadores efectos.
Las secuelas que padece el perro tras la enfermedad, dependen del grado en que hayan sido afectados sus órganos. Si la leishmaniosis no se detecta pronto y no se aplica a tiempo el tratamiento necesario, puede resultar mortal.
Por ello, es muy importante la prevención a través de controles anuales, sobre todo después del verano, ya que con el calor, proliferan los mosquitos, sobre todo en las zonas donde hay más humedad. Los controles para detectar un posible brote de leishmaniosis consisten en un análisis de sangre.
El tratamiento contra la leishmaniosis puede ser muy caro y depende del tamaño del animal, cuanto más grande sea el perro, más costoso será. Si el grado en que se ha visto afectado el perro por la enfermedad no es muy alto, puede llevar una vida normal, pero con controles para detectar nuevos brotes.
¿El perro ha perdido pelo? ¿Le han crecido demasiado las uñas? ¿Tiene heridas en la cabeza y sus patas? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa, puede que la mascota sea víctima de un parásito del género Leishmania: un peligroso protozoo, diminuto pero muy dañino, que llega al cuerpo del can cuando este es picado por un mosquito infectado. «El parásito de la leishmaniasis es capaz de invadir diferentes órganos vitales del perro, pudiéndole causar enfermedades crónicas e, incluso, la muerte», explican los veterinarios de la Universidad Cornell (Nueva York, EE.UU.).
La leishmaniosis afecta a más del 15% de los canes en España y su impacto no deja de crecer, según la Plataforma para la Prevención de la Leishmaniosis, formada por veterinarios y expertos de nuestro país en la enfermedad. La leishmaniosis, además, es endémica en España y especialmente peligrosa al atardecer durante los meses de calor que ahora comienzan, desde mayo a septiembre u octubre. En las zonas más cálidas, estos mosquitos portadores del peligroso parásito de la leishmaniosis pueden encontrarse durante todo el año.
«El insecto que transmite la leishmaniosis canina se llama flebótomo, muy parecido a un mosquito habitual pero de menor tamaño, tan pequeño que apenas se ve a simple vista», explica la veterinaria Guadalupe Miró, de la Universidad Complutense de Madrid. El parásito de la leishmaniosis invade los distintos órganos del perro, provocando lesiones en la piel, ojos y articulaciones. Cuando la enfermedad se extiende, puede dañar además los riñones e, incluso, causar su muerte.
Si el can contrae la leishmaniosis, tendrá que convivir con la enfermedad el resto de su vida: no tiene cura. El veterinario le pondrá el mejor tratamiento contra la leishmaniosis que, aunque no la elimina, sí dificulta el crecimiento del parásito y, por tanto, su daño.
Pero con la leishmaniosis del perro, más vale prevenir que curar. Es conveniente aprender a cómo prevenir que el can la contraiga durante los meses de calor que se avecinan.
Las horas de más actividad de estos insectos coinciden al atardecer. Para realizar su ciclo de desarrollo óptimo, los mosquitos (flebótomos) requieren temperaturas comprendidas entre 17 y 30°C. El año 2012 se ha caracterizado por temperaturas muy suaves en invierno, un clima que, incluso en los meses fríos, mantiene activos a los mosquitos transmisores de la leishmaniasis, que necesitan temperaturas suaves y un grado de humedad poco elevado.
Manuel Lázaro, veterinario de la clínica Mirasierra en Madrid, cree que «la leishmaniasis no es nada nuevo». «El problema es que ahora hay más mosquitos, pero esta enfermedad, en el caso de las personas, no se transmite a través del perro», añade.
Desde el Colegio de Médicos de Madrid añaden que si el perro tiene su cartilla de vacunaciones al día, está desparasitado y sano, no hay problema para la salud de las personas, y comentan que «no damos importancia a la leishmaniasis hoy por hoy porque no supone un problema de salud para las personas».
En España, las zonas con un mayor número de perros con leishmaniasis coinciden con las regiones con más alta densidad de población canina, como Barcelona y Madrid, además de las zonas cálidas y húmedas de Andalucía y la cuenca mediterránea (Cataluña, Levante y Baleares). Se ha detectado un brote de la enfermedad en Fuenlabrada (Madrid) que ha afectado a más personas de lo normal, lo cual no es habitual.
Se estima que cada año enferman de leishmaniasis 120 personas en nuestro país. Según Xavier Roura, «cabe recalcar que la picadura de un insecto infectado a una persona o perro no significa una infección segura con el parásito (Leishmania) porque una adecuada respuesta inmunitaria puede evitarla». Este veterinario añade que, en el caso de los humanos, tener una buena salud puede ser suficiente para no desarrollar la enfermedad.
La leishmaniasis es una enfermedad endémica en España, que disminuye de manera notable la calidad de vida de los perros y que puede causarles la muerte. Por ello, es imprescindible aplicar las medidas de prevención que recomiendan los veterinarios. La leishmaniasis canina es una enfermedad grave, crónica e incurable todavía. A pesar de que se ha avanzado mucho en métodos preventivos e, incluso, hay una vacuna contra la enfermedad.
La prevención contra la enfermedad no solo se puede llevar a cabo a través de la vacuna, sino también mediante controles anuales con análisis de sangre, sobre todo después del verano, ya que con el calor proliferan los mosquitos, en especial, en las zonas donde hay más humedad.
El tratamiento contra la leishmaniasis puede ser muy caro y depende del tamaño del animal. Cuanto más grande sea el perro, más costoso será. Si el grado en que se ha visto afectado el perro por la enfermedad no es muy alto, puede llevar una vida normal, pero con controles para detectar nuevos brotes.
Además de vacunarse, la prevención contra la enfermedad consiste en la lucha frente al mosquito que la transmite. Para ello se requiere:
Colocar a los perros collares repelentes de mosquitos.
Usar mosquiteras en las ventanas de las casas de campo y playa.
No pasear cerca de los ríos o zonas húmedas al atardecer, que es cuando más actividad tienen los mosquitos.
Usar productos antiparasitarios externos regularmente, también actúan de repelentes.
Fumigar en zonas con alta densidad de mosquitos.
Usar velas o espirales en las terrazas que los ahuyenten.
En el interior de las casas, conviene usar enchufes antimosquitos que protejan a toda la familia.
Pequeñas pérdidas de pelo por la zona de la cabeza, caspa.
Crecimiento anormal de las uñas.
Dermatitis o inflamación de la piel.
Heridas que no cicatrizan.
Úlceras en la cabeza y extremidades.
Inflamación de los ojos.
Atrofia muscular, sobre todo por la cara (aspecto envejecido y expresión triste), cansancio, fatiga y mucha debilidad.
Pérdida muy notable de peso, fiebre, hemorragia nasal, inflamación de las articulaciones o cojera.
Aumento del tamaño de los ganglios linfáticos (cuello, cara interna de las patas).
En caso de notar alguno de estos síntomas, es recomendable acudir sin dilación al veterinario.
Los perros no protegidos tienen mayor riesgo de contraer la leishmaniosis. Por eso, la primera pauta es acudir al veterinario y adquirir un repelente que ahuyente a los flebótomos del peludo compañero. «Aunque estos productos no son infalibles, sí pueden reducir las picaduras hasta en un 86%», concluye un estudio realizado por el veterinario Richard Reithinger.
Hay productos protectores en aerosol y en pipeta. Además, los collares antiparasitarios buenos también incluyen ya protección frente a la leishmaniosis. ¿El mejor consejo? Dejarse asesorar por el veterinario y comprar una protección de calidad.
La actividad de los mosquitos flebótomos despierta al atardecer, con la caída del sol. Por ello, el consejo de los expertos es evitar lospaseos caninos durante las horas de más peligro: desde el atardecer al amanecer, entre los meses de mayo y octubre.
Los perros que duermen en el interior de casa están más protegidos contra la leishmaniosis. Por ello, los canes serán menos vulnerables al mosquito, si están resguardados en el interior de la vivienda durante las horas que transcurren desde el atardecer hasta el alba siguiente.
Si se está en el exterior y se quiere que el animal pueda compartir la noche con su dueño, lo mejor es protegerle con una mosquitera apropiada: de una malla inferior a dos milímetros, que es el tamaño que tiene el flebótomo.
Tras más de 20 años de investigación se lanzó al mercado, en el año 2011, la vacuna contra la leishmaniasis en perros. Su administración ha de ser realizada en perros sanos tras haber sido confirmado en un estudio serológico previo, y sus efectos serán la estimulación del sistema inmunológico de nuestro compañero, que verá reforzada su resistencia a las enfermedades.
También hay que tener en cuenta que la vacuna contra la leishmaniasis no elimina al 100% las posibilidades de contraer la enfermedad, por lo que sigue siendo aconsejable el uso de repelentes, especialmente en las zonas y las épocas más proclives al desarrollo de la enfermedad.
Las posibilidades de sufrir reacciones secundarias negativas a la vacuna son escasas y sus síntomas de escasa gravedad. Entre los efectos secundarios descritos se encuentra la posibilidad de que nuestro perro desarrolle, en la zona en la que la ha recibido, inflamaciones, enrojecimientos, endurecimientos o dolores, todos ellos de carácter temporal, y poco preocupantes, que deberían desaparecer a los pocos días.
Asimismo, nuestro perro podría dar muestras de apatía, sufrir algún trastorno alimenticio o algo de fiebre, que serán más frecuentes tras la administración de la vacuna. También existe alguna posibilidad de desarrollar alguna alergia.
Debido a la existencia de estos efectos secundarios, existen opiniones dispares entre los defensores y los detractores de la administración de la vacuna de la leishmaniasis a nuestros perros, aunque la reducción de las probabilidades de la contracción de la enfermedad es un hecho.
La nueva vacuna contra la leishmaniasis se puede aplicar a los cachorros sanos a partir de los seis meses de edad. De los perros vacunados contra la leishmania, el 92,7% no desarrollará síntomas clínicos, aclara Juan Antonio Aguado, veterinario y profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Hay que tener en cuenta que los perros con anticuerpos no se pueden vacunar porque en este caso la vacuna no los curará, en pocas palabras si el animal está padeciendo la enfermedad la vacuna no le servirá. También es importante recalcar que los animales solo pueden ser vacunados si gozan de buen estado de salud y que las hembras en embarazo tampoco pueden vacunarse.
El veterinario es quien puede diagnosticar a tiempo la leishmaniosis. Por eso, conviene repetir la revisión médica del can en octubre, cuando los meses de mayor calor hayan pasado, para confirmar que la mascota está segura.
El tratamiento específico y único de la leishmaniasis en el perro no existe. Cada caso es distinto y puede afectar a diferentes órganos del can y en distinto grado. Por lo tanto, será el veterinario quien determine el tratamiento más adecuado para el animal, pero siempre con un objetivo: lograr el mayor grado posible de calidad de vida para el perro.
La leishmaniasis canina puede ser cutánea o visceral. En el primer caso, el diagnóstico de la enfermedad es menos grave que en el visceral y afecta sobre todo al funcionamiento renal. Y en ambos casos, precisa de controles de por vida para detectar posibles rebrotes. Por ello, las medidas preventivas antiparasitarias, como mantener a raya a los mosquitos transmisores de la enfermedad, son la mejor de manera de evitar que el perro contraiga la leishmaniasis.
«El tratamiento para paliar los síntomas de la leishmaniasis puede durar semanas, y se puede conseguir mitigarlos, pero el parásito siempre permanecerá en el perro», explica Xavier Roura, veterinario. Los síntomas pueden reaparecer, «y entonces hay que repetir el tratamiento contra la dolencia», añade este doctor canino, quien calcula que cerca del 5% de los perros en España padece o tiene riesgo de contraer esta enfermedad.
Existen distintos medicamentos para tratar los síntomas de la leishmaniasis. «Algunos son nuevos, como es el caso del jarabe que potencia la efectividad y el rendimiento del sistema inmunitario», según apunta Ana Cameno, veterinaria. El perro que padece leishmaniasis no necesita tratamiento en determinados momentos, cuando los síntomas de la enfermedad están bajo control.
Además, determinadas circunstancias pueden desencadenar un brote de leishmaniasis o, por el contrario, pueden mantener a raya la enfermedad. Una alimentación de calidad para el perro (pienso de gama alta) o incluso específico para los canes que padecen la enfermedad ayuda a mantener en forma sus defensas.
«Es necesaria una dieta especial para el perro enfermo, con niveles reducidos de fósforo, rica en antioxidantes y ácidos grasos omega 3 y omega 6, además de con niveles apropiados de proteína, alta digestibilidad», afirma el veterinario Juan Antonio Aguado.
Nunca se consigue eliminar del todo eEl parásito que provoca la leishmaniasis en el can. Por ello, son necesarias las revisiones veterinarias que detecten posibles rebrotes de la enfermedad.
Además, existen situaciones que pueden reavivar los síntomas, como el cáncer en el perro. «El estrés, una gastroenteritis o una operación quirúrgica pueden desestabilizar sus defensas e influir para que reaparezca un brote de leishmaniasis», explica Imanol Sagarzazu, veterinario. Por eso, si se quieren paliar los signos de esta dolencia, hay que procurar que el animal no enferme y valorar las consecuencias de realizar una operación quirúrgica.
El frío también puede resultar el desencadenante de un nuevo brote. Sobre todo, si duerme a la intemperie, a temperaturas muy bajas para él. Y es que cualquier factor que provoque una bajada de las defensas del animal enfermo puede reactivar los síntomas de la leishmaniasis.
El podenco ibicenco y el andaluz son dos razas de perro inmunes a la leishmaniasis. La razón es que han vivido mucho tiempo en zonas con una presencia notable del mosquito transmisor de la leishmania, por lo que se han protegido frente al desarrollo de esta enfermedad de carácter parasitario.
Por el contrario, los canes que viven en el norte de España, donde el riesgo de contraer la leishmaniasis es bajo debido al clima más frío, tienen más riesgo de padecer la enfermedad cuando viajan a climas más cálidos. Por eso con ellos hay que extremar las precauciones contra la picadura de los mosquitos transmisores de la leishmaniasis.
Como bien se puede observar en este artículo, la leishmaniosis es una enfermedad muy delicada para nuestros gordos, que no tiene cura, pero si podrían vivir con ella, con la medicación adecuada y cogiéndola a tiempo. De todas formas la mejor solución es la prevención, para que no lleguen a padecer esta grave enfermedad.
Fuente del Artículo : Consumer.es
También te puede interesar: