No es lo mismo viajar con el perro a una residencia particular que dista pocos kilómetros de la vivienda habitual, que volar a un país extranjero o alojarnos en un hotel a cientos de kilómetros. Es recomendable saber con antelación las condiciones y normas para los clientes con animales que exige el hotel o cualquier otro tipo de alojamiento que pretendamos reservar. Así, es conveniente conocer si el perro debe permanecer acompañado mientras permanece en la habitación, o que cualquier perjuicio o desperfecto causado por el animal en el hotel deberá cubrirse por parte de sus dueños.
En España hay cerca de 3.400 hoteles que admiten animales y cada año aumenta la oferta en 100 establecimientos más. Isabel Buil, presidenta de la Fundación Affinity, que se dedica a llevar a cabo campañas de concienciación sobre el cuidado y respeto por las mascotas, recomienda: «Ir con nuestros perros de vacaciones, porque son un miembro más de la familia y, hoy en día, la oferta hotelera y de alojamientos en general ha aumentado de manera considerable, por lo que es más fácil ir ahora de vacaciones con tu animal que hace diez años».
Las comunidades autónomas que cuentan con más oferta hotelera de este tipo son Cataluña, Andalucía, La Rioja y País Vasco. Y entre las que menos se encuentran Canarias y Galicia. El precio medio en hotel por noche y mascota es de entre 12 y 30 euros, según el tamaño del animal y la categoría del alojamiento.
Por otro lado, el 81% de los campings españoles admite perros o gatos en sus instalaciones y las casas rurales de nuestro país también cuentan con una amplia oferta para quienes viajan con sus animales.
El frenchie, como sus dueños, necesitará fuera de casa utensilios (cepillo, cama, collar) y documentación, pero también es recomendable llevar su pienso habitual para evitar cambios que le produzcan problemas gastrointestinales. Y no se trata de ir sobrecargados, pero el animal agradecerá poder dormir en una colchoneta cómoda; las hay que se pueden enrollar bien para que ocupen poco sitio.
Un truco para ahorrar espacio en la maleta es tener un transportín o caja de viaje amplia que el can pueda utilizar en el punto de destino para descansar y dormir. En la base se le puede colocar una superficie mullida para que se encuentre cómodo.
Tampoco hay que olvidarse su juguete preferido, que también le ayudará a sentirse como en casa, así como el collar para pasear y algún método antiparasitario, como un collar para mantener a raya a pulgas y garrapatas.
Además, la documentación sanitaria hay que llevarla con nosotros: el certificado veterinario de salud y el documento acreditativo de la vacunación antirrábica, así como el certificado de su identificación con microchip y la cartilla de vacunaciones al día.
Los bulldogs que se marean en los medios de transporte lo pasan mal y pueden asociar los viajes con una experiencia negativa con la que se ponen nerviosos. Por eso, es importante evitar situaciones de malestar o vómitos. Para ello, se cuenta con la ayuda del veterinario como conocedor de los medicamentos para frenar el mareo.
El perro debe viajar en los medios de transporte con una sujeción y medidas de seguridad adecuadas para evitar accidentes. Lo habitual es que el animal viaje en un transportín para animales con unas medidas apropiadas para su tamaño. Esta caja de transporte debe estar fabricada con unos materiales resistentes y que no sean cortantes ni supongan un peligro para su integridad física , en caso de golpes, movimientos bruscos o caídas. En las tiendas especializadas en accesorios para animales de compañía y secciones de grandes establecimientos comerciales, podemos encontrarlas.
El ayuntamiento de cada municipio costero es el encargado de decidir si se permite o no el acceso de los perros a la playa, bajo qué condiciones y en qué horario y días del año. Las normativas al respecto de la admisión de animales en playas son susceptibles de cambios, así que, para evitar sorpresas, lo más recomendable es informarse al respecto en el consistorio de la localidad.
Los planes más sencillos pueden resultar igual de divertidos y amenos que actividades sofisticadas o que pretenden ser demasiado originales. Es el caso de los largos paseos con el bulldog por la orilla del mar o por la montaña, a un ritmo que no resulte agotador.
Los juegos clásicos, como correr tras la pelota y jugar al escondite con los niños, pueden entretener a grandes y pequeños, y la mascota disfrutará con la compañía y complicidad de sus dueños.
Las vacaciones son una época de relajo que permite al animal pasar más tiempo con sus dueños y hacer actividades, como excursiones o viajes, que durante el resto del año no son habituales.
Sin embargo, «hay que saber dosificar el tiempo que se pasa con el frenchie y dejarle también solo durante ciertos periodos, porque, de lo contrario, a la vuelta, el perro puede sufrir ansiedad por separación«, explica Miguel Ibáñez, veterinario experto en comportamiento animal y profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.